Durante esta semana, sin miedo en los huesos y con la risa puesta, hemos rendido un homenaje al terror: a los esqueletos bailones, a las calabazas huecas, a las brujas desdentadas, a los vampiros hambrientos, a los colmillos afilados y a las arañas peludas. Sobrevivimos a este clima de terror,gracias al olor a bizcocho y al sabor de aceitunas. Porque los participantes en el concurso de halloween chef dieron rienda suelta a su creatividad y se nos hacia la boca agua al mirar ese derroche de galletas y chocolate, ese abuso de kétchup y huevo duro, ese despliegue de salchichas,... porque detrás de esa apariencia nosotros sabíamos que todo estaba rico rico.
Un año más, con la llegada del fin de curso, toca dar paso a las despedidas. Un año más, toca soltar de la mano a otro promoción de alumnos que finalizan su etapa en la Educación Primaria. Un año mas, toca enfrentarse a esa mezcla de emociones que conllevan las despedidas, los cierres de una etapa de la vida que marca para siempre. Y es que, aunque parece que fue ayer cuando los alumnos de sexto, empezaron su andadura por los pasillos del Embajadores, han pasado ya nueve años de sus tempranas vidas. Durante todo este periodo ha dado tiempo a crecer, a formarse como personas, a hacer amigos para siempre, a vivir los primeros enfados, frustraciones, a sentirse arropados, a cultivar ilusiones, sueños, que tendrán que ir cogiendo forma a partir de ahora en otros nuevos contextos. Nosotros como docentes, tenemos la misión de darles la mano, de guiar su aprendizaje, de crecer a la par que ellos, de transmitir valores, gestionar emociones y de intentar que sean buenas personas ante todo...
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