Ahora resulta, que todas esas tardes, en las que los niños llegaban a casa y hacían las tareas, ha sido un ensayo. Sí, un ensayo diario, que sin saberlo, nos estaba preparando para la gran aventura.
Ahora resulta, que los superhéroes no están sujetos a un acordado diálogo, tampoco son sus hazañas el resultado de duros entrenamientos.
Ahora resulta, que la escuela, no se acaba cuando se cierran sus puertas y los maestros, nos vamos a casa, nunca ha sido así, pero puede que aquello, fuera solamente un ejercicio, un pretexto para asegurar el futuro.
De una manera u otra, creamos lo que creamos, el Covi19 ha dado la vuelta a nuestras vidas.
En Embajadores, el almendro ha florecido huérfano de miradas infantiles; los pájaros anidarán a sus anchas en la espesura del olmo de bola; la fuente, tan seca y tan sorda, ya no es refugio de las aves; florecerá la madreselva, vencejos y gorriones, serán privilegiados invitados al espectáculo. El silencio, que se reservaba para el atardecer en el patio, se adueña de todo, crece sus dominios y es rey y señor mientras los pájaros callen.
En casa, la familia, ha tomado todas las riendas del día. No comparte con nadie este afán. Organizar el viaje diario, no está exento de miedo y de fallos, sentirse poderoso conlleva la responsabilidad de acertar, pero hay que convencerse, para no angustiarnos, de que equivocarse, forma parte del proceso.
En el mundo de los niños, esto ha venido a descolocar las piezas del puzzle que ya estaban ajustadas, las que les daban seguridad para seguir. Pero el juego debe continuar. Poco a poco, las piezas desordenadas van volviendo a su lugar. En este juego estamos cerca los maestros, para ayudar a seleccionar piezas; y las familias, para ayudar a encajarlas mejor. En este reto, los espacios de la casa y la escuela, se hacen uno sólo, y la distancia que los separa, es mas corta y menos fría.
Ahora resulta, que un terremoto de emociones nos permite a cada uno ver lo que es importante, descubrimos sentimientos nuevos, nos protegemos a menos de dos metros, nos miramos de puertas a dentro y sobre todo: nos cuidamos para cuidarlos.
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